miércoles, 22 de diciembre de 2010

Aprende a ser tú mismo

Autoría: Miriam Valdez

Ser uno mismo es poder sonreírle a la vida con plena alegría y así sentir en uno mismo la fuerza del espíritu en sí mismo. Ser uno mismo es mantenerse en acción constante en la vida y poder manejar con sabiduría el hecho de Ser. Así, de manera sutil y en plena conciencia, se va desarrollando un Ser que, en forma armónica, se logra identificar con el todo y llega a darse cuenta que Dios sí existe.

Si quieres llegar a Ser, “conócete a ti mismo” y así podrás conocer a Dios. “Sé tú mismo”, y ya eso basta para estar en calma, en armonía y en plena salud corporal y espiritual. Para sentirse bien, es necesario tomar acciones positivas en la vida y vivir… a plenitud contigo mismo, con tu prójimo y con la naturaleza; usa la debida acción para poner en movimiento tu vida, pues por medio de la debida acción y la necesaria sabiduría puedes llegar a lo espiritual, es decir a Ser.

Date cuenta que para vivir y sentir la vida, es necesario derramar AMOR y no egoísmo y mezquindad en tu entorno… brinda paz y armonía que es lo que se necesita para lograr vivir y sentir la vida.

El amor nos brinda las herramientas que nos permiten alcanzar todo en buena lid y así de esa manera calmar la fuerza y el dominio que nuestro Ego nos impone en el día a día. Así pues, para encontrar la unidad y poder comulgar a plenitud con la vida hay que AMAR. Llegar a tu esencia, es decir a tu alma y sentirte a ti mismo pleno de la belleza y de la armonía que nos brinda el amor.

Amar se aprende amando, para amar basta querer amar, para amar basta encontrase a uno mismo, es decir Ser. Para aprender amar hay que sentir las ganas de amar. Sí, llegar a amarte a ti mismo, a tu prójimo, a la vida y a la naturaleza es integrase en el todo, en el espacio y en el tiempo, por medio del AMOR y así lograr la unidad del SER, pero amando a Dios. Así aprenderás, que para amar, hay que aprender amando... hay que aprender a SER.

SER

Autoría: Miriam Valdez


Si alguien nos preguntara ¿Qué eres? La respuesta sería: Soy abogada, médico, profesor…etc. Respondemos así, porque mostramos tal apego al título que nos avala para la práctica laboral, que olvidamos que somos seres humanos creados por Dios con libre albedrío. Es evidente, entonces, que confundimos la profesión u oficio con lo que, en realidad, somos.


La esencia del ser es relativa, si nos referimos al oficio o profesión que desempeñamos y de acuerdo al contexto cultural donde nos ubicamos en el marco
geográfico.

Por otro lado, ¿qué me dicen de las firmas que debemos plasmar en los documentos formales y no formales, oficiales o no? A veces, si no nos colocan al lado del nombre el título que ostentamos, somos capaces, en extremo, de no firmar, pues nos parece que nos hace menos personas si no exhibimos el Lic., Dra. o el M.A.

La esencia del “ser” es la persona, no el título. Éste es el personaje, que nos impide la autenticidad en las diferentes situaciones de la vida. Un título es como el traje o vestido que llevamos puesto para una ocasión determinada. El ser persona es inherente al ser humano, siempre estará presente y nos acompañará aún después de trascender a otra dimensión del cosmos. Se recordará a la persona, no al título. También pasa algo similar con los cargos que ocupamos; éstos nos llevan a confundir lo que hacemos con lo que somos.

Somos más que un título o un puesto en nuestro centro laboral. La esencia del ser va más allá de lo banal, de lo superfluo. Trascendemos por lo que somos y hacemos a favor de nuestros congéneres, no por el título que exhibimos al lado del nombre o por la vestimenta que mostramos en nuestro cuerpo. Ser… es algo más…ser es la persona.