miércoles, 22 de diciembre de 2010

SER

Autoría: Miriam Valdez


Si alguien nos preguntara ¿Qué eres? La respuesta sería: Soy abogada, médico, profesor…etc. Respondemos así, porque mostramos tal apego al título que nos avala para la práctica laboral, que olvidamos que somos seres humanos creados por Dios con libre albedrío. Es evidente, entonces, que confundimos la profesión u oficio con lo que, en realidad, somos.


La esencia del ser es relativa, si nos referimos al oficio o profesión que desempeñamos y de acuerdo al contexto cultural donde nos ubicamos en el marco
geográfico.

Por otro lado, ¿qué me dicen de las firmas que debemos plasmar en los documentos formales y no formales, oficiales o no? A veces, si no nos colocan al lado del nombre el título que ostentamos, somos capaces, en extremo, de no firmar, pues nos parece que nos hace menos personas si no exhibimos el Lic., Dra. o el M.A.

La esencia del “ser” es la persona, no el título. Éste es el personaje, que nos impide la autenticidad en las diferentes situaciones de la vida. Un título es como el traje o vestido que llevamos puesto para una ocasión determinada. El ser persona es inherente al ser humano, siempre estará presente y nos acompañará aún después de trascender a otra dimensión del cosmos. Se recordará a la persona, no al título. También pasa algo similar con los cargos que ocupamos; éstos nos llevan a confundir lo que hacemos con lo que somos.

Somos más que un título o un puesto en nuestro centro laboral. La esencia del ser va más allá de lo banal, de lo superfluo. Trascendemos por lo que somos y hacemos a favor de nuestros congéneres, no por el título que exhibimos al lado del nombre o por la vestimenta que mostramos en nuestro cuerpo. Ser… es algo más…ser es la persona.

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